Cuando se es padre/madre/familiar de una niñ@ con discapacidad intelectual, siempre surgen las dudas y el temor acerca de lo que pasará cuando el o ella alcancen su madurez sexual, sobre cómo sobrellevarla, cómo entenderla y sobre todo, la forma en que se le educará al respecto.
Las vidas de las personas con discapacidad intelectual se desarrollan en
entornos donde las principales interrelaciones son con la familia y
profesionales. Por ello, el abordaje del tema de la afectividad y
sexualidad de las personas con discapacidad intelectual resulta un
tanto delicado.
Para muchas familias y muchos profesionales es un hueso duro de roer y
por consiguiente de aceptar. En muchas ocasiones se trata de ignorar y
actuar como si no existiera. Pero en una sociedad donde el sexo está
omnipresente a nuestro alrededor, es un error ignorar y creer que las
personas con discapacidad intelectual no tienen esas necesidades o no
son como los demás en este aspecto; por lo que tenemos que
considerar la sexualidad como un elemento más dentro de nuestra
atención a estas personas, e imprescindible para poder trabajar con los
principios básicos de esta atención: integración y normalización.
Para poder llevar a cabo este objetivo y plantearnos este tema de
forma adecuada, tenemos que ser conscientes de las falsas creencias
en torno a la sexualidad de las personas con discapacidad intelectual,
así como las implicaciones que conlleva su discapacidad.
Algunas falsas creencias son:
• Las personas con discapacidad intelectual son asexuadas.
• Las personas con discapacidad intelectual son como niños y sobre
todo en el terreno sexual.
• Las personas con discapacidad intelectual, no resultan atractivas
sexualmente para otras personas.
• No se les debe despertar su interés sexual, porque son inocentes. • En general, los discapacitados no deben tener actividad sexual, ni
formar pareja, ni casarse.
• El coito es la conducta sexual más importante.
• La actividad sexual es para tener hijos, los discapacitados no debe o
pueden tenerlo.
• Las personas con discapacidad intelectual no tienen interés sexual y
sobre todo las chicas con dicha discapacidad.
• La intervención en educación sexual despierta su sexualidad
dormida e inocente.
Implicaciones de la discapacidad intelectual que condiciona las
posibilidades y formas de vivir la sexualidad:
1. Dificultades para acceder a contextos de interacción social
normalizados:
• No tienen oportunidades para relacionarse con iguales en
situaciones normalizadas, limitando su vida al contexto familiar
o al centro. Si se encuentran en contextos más amplios, suelen
estar más vigilados y controlados para evitar riesgos.
• Las familias suelen sobreproteger a sus hijos y minusvalorar sus
posibilidades, con lo que provoca un empobrecimiento del
entorno y control de sus conductas “peligrosas”.
• Ausencia de espacios y tiempos privados.
• Resistencias de la familia y la sociedad, que hace difícil la
formación de parejas y lo que implica.
2. Déficits cognitivos, emocionales y conductuales:
• Realizan aprendizajes más lentos, más erróneos y deficitarios.
• Limitaciones para decidir y juzgar.
• Dificultades en las habilidades interpersonales y sociales.
3. Algunas características de personalidad:
• Baja autoestima.
• Labilidad emocional.
• Dependencia de los demás et. Estas características hacen difícil la intervención en este campo.
4. Efecto de la medicación sobre las emociones y la sexualidad
Teniendo en cuenta estos dos aspectos, el tratamiento de la sexualidad
en personas con discapacidad intelectual tiene que ser como en los
demás colectivos de la sociedad. Hay que utilizar Programas de
educación afectivo sexual por un lado con el fin de informar y trabajar
de manera individual las demandas específicas que realizan estas
personas.
Desde el punto de vista del profesional nuestra obligación no sólo es
reconocer su sexualidad, sino apoyarles para que disfruten de una vida
sexual plena.
Saludos a todos.
Fuente:http://www.adimeco.org/sexualidad/ponencias/marta_pino_quintario.pdf